lunes, 4 de agosto de 2008
Coordenadas sentimentales
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Nací en San Félix y nunca viví allí. La geografía es un accidente. Después de tres años en Puerto Ordaz, mi mamá decidió que nos íbamos a Caracas. Durante ese período tomé solamente una decisión: me gustarían sobre todo el fútbol, el béisbol y las mujeres.
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Mi papá era una imagen, un símbolo que modificaba a mi antojo, eso lo hacía más divertido. Además era extranjero, de Brasil, así que me fue fácil optar por una selección de fútbol seria. Por otro lado, al no existir equipo de béisbol que hiciera alusión a mis orígenes, me rebelé ante la rivalidad del Caracas – La Guaira que eclipsaba las pasiones beisboleras y escogí uno que nunca había ganado un campeonato: Los Cardenales de Lara. Aprendí a entender cierto asunto con las coordenadas sentimentales, comencé a desafiar desde las minorías y le perdí el miedo a la derrota.
1 a 1.
Volví a “mi tierra” con 10 años y me fue bien. Cuando regresé otra vez a Caracas para estudiar en la universidad ya acumulaba nueve mudanzas, tres novias, dos golpizas y una cicatriz. Además de un título de bachiller en ciencias y algunos amigos que todavía conservo. Aprendí a bailar calipso pero nunca a manejar.
2 a 1.
Con apenas tres meses en la universidad, me enamoré de una rubia de ojos azules. Resultó que su cara de italiana genuina escondía un origen curioso: había nacido y se había criado en Guasipati, algo más que un caserío todavía más al sur y más al oriente que mi fantasmal Guayana (ver mapa). De modo que el calor, o algo que reconocimos en nuestros gestos, nos hermanó hasta besarnos. Como es de suponer, a Lucía –así se llama la rubia– le decían Guasipati. También era común que le cantaran el coro de una canción de Serenata Guayanesa: “El Callao tonight, Guasipati tomorrow night”.
3 a 1.
El Callao es un pueblito minero con pretensiones doradas que sobrevive al vaporón del sol entre fiestas y carnavales. Mientras viví en Puerto Ordaz fui hasta allá sólo una vez. Según los volantes turísticos y algunos trípticos informativos, destaca por su orfebrería exquisitamente artesanal. Es mentira. Destaca por sus mulatas y negros y por las ingentes cantidades de ron que se bebe en sus calles. También por el calipso y un equipo de fútbol que usó su nombre como apellido hasta que se lo llevó el demonio de la quiebra comercial.
3 a 2.
Ese equipo de fútbol que nació en 1985 y desapareció en edad adolescente, regresa ahora a la competición profesional de la primera división con su actual nombre y otro apellido. O sea, ya no se llama Minerven del Callao, como antes, sino Minerven de Bolívar. Puede que eso quiera decir que serán más ambiciosos y menos alegres (dicen que el todo es más que la suma de sus partes, pero me niego a pensar que un estado como Bolívar pudo haber sido, es o será más divertido que un pueblo como El Callao). Las imágenes que verán a continuación son impactantes y dan fe de lo que hablo, su contenido es explícito, pido me disculpen si voy muy de frente, pero quiero que quede claro el punto que trato. Pertenecen a la página de The Same People, el grupo de calipso más popular en El Callao y sus polvorientos alrededores.
4 a 2.
En este momento sigo en Caracas y no me ha ido mal: otras nueve mudanzas, otras tres novias, otras dos golpizas. Sin cicatriz y con una bebita en camino. Además de un título universitario que perdí en alguna caja de embalaje.
5 a 2.
El Minerven tenía un espíritu desordenado e ilusorio, era como un borracho que prometía cambiar. Ganaba un partido 5 a 2 y después caía goleado 7 a 0. Perdía mucho pero celebraba mejor que el resto, eso daba la sensación de que jugaba bien. Y lo más importante, creía en sus escasas posibilidades. Su escudo era muy feo y se lo cambiaron. Claro, nombre nuevo, dueños nuevos, logo nuevo. El escudo nuevo es aún más feo. Eso me emociona, me hace pensar que empezamos con el pie indicado. En el fútbol los pies son importantes. Aquí dejo la web no oficial del equipo, a ver si alguien se anima acompañarme al estadio cuando el Minerven venga a jugar de visitante. Recuerden, la geografía es un accidente. La temporada comienza el fin de semana que viene y no me gustaría ser el único azul sin camisa en esas gradas.
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5 comentarios:
Nunca he seguido el fútbol, yo me dejé llevar por la rivalidad beisbolera, pero cuente conmigo para ir al estadio y abultar esa fanaticada azul.
Excelente. Ya sumé al primero. No sean tímidos y armemos un quilombo. Los espero.
¿Quién dijo miedo, mi Leo? Yo también me anoto. Pero con camisa.Podemos invitar a la tía Osmary.
nunca tuve equipo de futbol en Venezuela, ya sé por qué. Me faltaba conocer al Minerven. A partir del 12 de octubre regreso a Caracas por un tiempo, cuente conmigo para la fanaticada!
Abrazo
Tías Osmarys y catalanes con orgullo siempre serán bienvenidos. Que crezca el pilón. Puro abrazo, ya ganamos el primero.
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