Hace poco Monserrat fue detenida frente al palacio presidencial de Chile, La Moneda, segundos antes de despojarse de su chaqueta para protestar contra la timidez y el carácter conservador de la sociedad chilena. De repente, no sé por qué, recordé al nutrido grupo de estudiantes universitarios que sale a marchar ahora, con las manos pintadas de blanco. Y recordé también a aquellos estudiantes de la UCV que marcharon desnudos con el cuerpo pintado de azul, según leo por ahí, el 4 de agosto de 1998.
Yo nunca he marchado, detesto las multitudes. Me producen grima. Y apenas recuerdo de aquella marcha de desnudos, una fotografía de tapa en los diarios del día siguiente. Creo que protestaban por un Proyecto de Ley de Educación Superior que discutía el entonces moribundo Congreso de la República, en plena recta final del mandato de Caldera. Lo cierto es que la presión de estos nudistas generó una conexión sentimental, emotiva. A la mayoría de los medios no se les ocurrió nada más estúpido que bautizarla como “la protesta creativa”.
Han pasado casi diez años de eso. ¿No sería divertido que los estudiantes –y sobre todo las estudiantas– salieran a protestar como dios las trajo al mundo? Se gastaría más pintura, es verdad, pero también podrían prescindir de ella y me parece que eso sería incluso muchísimo más entretenido que leer las aburridas declaraciones de Laporta o Ronaldinho. No sé, es apenas una idea. Ustedes, ¿qué dicen?
Pd.- No puedo evitar imaginar la roncha que pasaría esta diosa del Metro haciendo su show aquí en Caracas. Si consigue el espacio y logra quitarse media camisa en plena hora pico, difícilmente se va sin que le recuesten el tostón.
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