lunes, 30 de abril de 2007

La Mariguana. Una vaina del Parra.


El Parra me pidió que leyera este texto que ustedes van a leer ahora. La revista Exxito se lo encargó hace mes y medio, más o menos. Un buen trabajo (me sabe a bola que digan que es mi hermano, de ser malo no lo colgaría en mi blog). El cuento es que los amigos de Exxito (queridos y panas), le dijeron al joven una vaina así como que este trabajo, titulado "Llena eres de humo", no se correspondía con los cánones del periodismo mundial. Estamos claros en que podía titularse mejor, pero tampoco así.

En realidad posteo el trabajo acá por tres razones: 1) El texto está, como decimos, fino. 2) Seguro escupe más de 6 comentarios. 3) Para fastidiar al tridente Prieto / Bujanda / Muñoz; algo así como la delantera del Barça de nuestro periodismo, que es increíóble, pero también puede fallar sus goles.

Salut,


LLENA ERES DE HUMO
Por Jesús Ernesto Parra

LA CONTINUIDAD DE LOS PARQUES


1:50 p.m.
Ella baja corriendo las escaleras de la estación del Metro. Pasa casi sin tocar las aspas del torniquete antes de volar hasta la puerta del vagón que se cierra justo después que ella –sandalias de goma (blancas), tatuaje en forma de estrella de cinco puntas en la nuca, bronceada, pulseras en muñecas y tobillos– entra sudorosa. Mitad por el calor del mediodía de domingo, mitad por la carrera entre trenes.

Ella entra al vagón y mira a todos lados. Y todos la miran a ella.

Es una tarde de domingo cualquiera, con un vagón –en la Estación Chacaíto– lleno de familias jóvenes con sus hijos, de ancianos con cara de paseo, y un niño de no más de cuatro años con un globo rojo en la mano que señala hacia la chica que acaba de entrar. Entre el bamboleo del tren que toma velocidad, el niño no deja de apuntar la estrella tatuada en la nuca de ella.

La chica de la estrella en la nuca no nota a los demás pasajeros del tren. No nota siquiera cómo de seguro otros pasajeros tienen su mismo destino. Repartidos como turistas en una inmensa playa vacía. La chica de la estrella en la nuca y sus anónimos compañeros de viaje descienden –todos– en la Estación Bellas Artes.

Son las dos horas y cero segundos de la tarde, hora de la República Bolivariana de Venezuela.

2:05 p.m.
La muchacha del tatuaje en la nuca se abre paso entre los puestos de frutas. También bajan dos parejas. Un chico de gorra verde oliva con un bolso artesanal. Un señor con camisa a rayas verdes y jeans. Él, como varios otros, se pierde entre la multitud que agota al sol del mediodía. Visto desde arriba los pasos de todos, se dibuja un delta de pisadas que llegan –a distintos tiempos y marcas de calzado– a la Plaza Los Caobos, donde serán recibidos por un cartel solitario que reclama: LIBEREN A MARÍA.

Más allá de la plaza se abre una garganta vegetal que anticipa la meta de la chica del tatuaje-estrella y sus legionarios anónimos. Antes de llegar, ya con el sonido de los tambores sobre ellos, todos los que asisten a esta particular verbena se encuentran con una museo del dolor justo debajo de los árboles. La gente se detiene como sin querer y queda atrapada por los gritos sordos de las imágenes en ese muro de lamentos. La gente mira las imágenes de Frasso, y Grillo, del 27 de Febrero de 1989. Saqueos, represión policial, y para la antología del horror: el Barrio 19 de Abril –en Petare– y su poblada. Resistentes fijos y mudos bajo las hojas.

Frente a la Fuente Venezuela –el corazón del Parque Los Caobos– está un conjunto de tambores nyahbingui. El sonido que sale de ellos, el ritmo relentado de sus temas, y sus invocaciones al príncipe Haile Selassi I, hacen las veces de convocatoria a los fieles que de a poco se acercan al evento. Para enterarse de qué va el despliegue de tambores jamaiquinos, ponqués naturistas, brownies “especiales”, y peinados al estilo dreadlocks, la gente no iniciada en el boca a boca de la invitación tiene que acercarse a un inmenso cartel que dice: CÁÑAMO; y muestra un rostro negroide con un tabaco gigantesco de cartón en la boca para recibir a los asistentes.

Avisos que dicen ¡SIEMBRA! ¡CÁÑAMO! ¡FÚMATELA!.

Avisos que hacen analogías entre la Biblia y el uso del Cannabis.

Avisos que señalan que el ser humano es receptor natural de THC.

Avisos que alaban a su Gran Majestad Imperial Haile Selassie I, Jah Rasta Far I.

Avisos que dicen que vivimos en la Gran Babilonia.

Avisos que dicen que cuando hablas de drogas hablas de fármacos, y la Ganja es una planta.

Hasta este momento la policía no ha hecho acto de presencia. Apenas empieza el encuentro –¿o era una marcha?– titulado por los organizadores como: CÁÑAMO. PATRIMONIO NATURAL DE LA HUMANIDAD.

Alguien saca un porro y lo enciende. Otros hacen lo mismo. El hombre de camisa a rayas y jeans hace una rato que fuma una vara con parsimonia.


COMO UNA PLANTA QUE RUEDA
Pana les dije a los policías que esto es una iniciativa académica, de gente de las ciencias sociales, de artistas de gente que está trabajando por el país. Sabes, es que ellos vienen y me preguntan por los permisos, que quién soy yo. Y yo le digo: ¿Qué permisos? Yo me llamo Vanesa, pana. Esto no es un acto político sino de reflexión. Sabes, ellos están en un proceso de reestructuración, y querían dialogar, o sea, entender lo que pasa. Llegan y me dicen: Mira, pero ¿aquí no hay mucho boleteo? ¿no ves que hay muchos chamitos por aquí?. Pana y yo le dije…Bróder…¡Internet nos ganó!... ¡INTERNET – NOS – GA – NÓ!. Pana hoy día cualquiera puede conseguir zoofilia por Internet. ¡O sea, hombres follando con animales!. Cualquier niño se conecta y se baja una película porno en cinco minutos. No vale. A la final dijeron que se quedaban por aquí. Que cuidan el evento. Sabes. Yo les digo que es posible encontrarse, que este es un proyecto para crear conciencia. Nosotros proponemos el autoconsumo como solución al problema de la marihuana. Es que el problema no es el consumo sino el negocio, que además es el negocio de las armas. Es el mal, pana, es Babilonia. Nosotros proponemos el autoconsumo, autocontrol, y autoconciencia. De la marihuana tu puedes sacar medicinas. De la marihuana tu puedes sacar telas. De la marihuana tu puedes sacar tintes. De la marihuana tu puedes sacar alimentos. Es como el cultivo artesanal de la coca en Bolivia. ¿El nombre del evento? CÁÑAMO. PATRIMONIO NATURAL DE LA HUMANIDAD. Aquí están involucrados más de veinte colectivos. El colectivo Nyahbingui Warrior, Santas Plantas, los Cacri Jazz, Mente Legalize It, Unification Reggea, Congregación Hai Henai, la Asociación de Marihuaneros de Venezuela, la gente del Foro Social Mundial. Este es un debate que debe ser nacional. Un debate de salud pública. Nosotros andamos en una actividad moral. Moral y cultural. Nosotros fuimos y le dijimos a la gente del Ministerio de la Cultura: Pana, nosotros no necesitamos que nos traigan cultura, aquí hay cultura. Además esto lo estamos organizando nosotros mismos. Mira, ese sonido nos lo consiguió la gente de Tiuna El Fuerte, porque la gente de la Alcaldía Metropolitana se volvió pura bulla. Nos dejaron morir, pana. Que ique un apoyo, que ique iba a venir el Alcalde Mayor a intervenir. Y nada. A la final toda esa gente también la rueda, pero uno es el que da la cara.


TARDE QUE SE ESFUMA ENTRE LAS RAMAS
3:00 p.m.
A medida que comienza la afluencia de asistentes el ritmo de los tambores jamaiquinos se acelera. Algo así como trescientas personas caminan de un lado para el otro, mirando a los lados, preguntando dónde será el evento. Mientras de un lado un grupo de chicas se pintan hojas de planta de cáñamo en los brazos y piernas. El humo de los porros crea una burbuja que cae sobre los asistentes haciendo de límite etéreo de la concentración.

A pocos metros un hombre duerme –con sábanas, colchoneta, tranquilo– bajo un árbol. Alguien toca un saxo. Alguien que va caminando comienza a rapear.

3:10 p.m.
A pocos metros del evento de la marihuana, otro rito dominical se consuma. Poco menos de un centenar de señoras –y uno que otro señor– de la tercera edad se sientan en círculo en el jardín de la Galería de Arte Nacional. Suena música criolla de los altavoces. Amada, una de las señoras congregadas, espera el espectáculo. Cuando se le pregunta si conoce del evento vecino, o qué opina de eso de despenalizar la marihuana, Amada dice: No me meto, todo lo que sea con drogas me parece peligroso. Es un debate difícil, si la mantienen penalizada la gente va a seguir abusando. Yo opino –sostiene –que con eso se aplica aquella historia de: Es ilegal, inmoral y te engorda. No estoy de acuerdo que la gente se drogue; remata mientras mira al frente.

De pronto sale un actor vestido como Francisco de Miranda. El Miranda de fin de semana jura por América del Sur y por la Libertad. Sebastián Francisco de Miranda no deja de jurar. Suenan aplausos.


4:00 p.m.
Suena la música desde hace rato.

Hace rato también llegó la policía y no estuvieron más que diez minutos. Hace rato llegó el sonido y salieron salmos de calipso relentado por los altavoces. Nadie sabe el nombre exacto del evento, ni quién lo organiza. Pero es más que cierto que todos saben el mensaje de las canciones que ahora hacen vibrar las ramas de ese ecosistema de domingo y humo que es, a esta hora, el Parque Los Caobos.

Todos bailan.

Hay un aproximado de ochocientas personas. Y de alguna forma están representadas todas las tribus de la fumadera. O al menos las que el imaginario establecido señala. Podríamos iniciar el catálogo etnográfico clasificando por calzado y hábitat.

A) Playeros: O mejor conocidos como tipos Surf. Todos llevan bronceado. Usan shorts de algodón y franelillas. Generalmente llevan chanclas de goma o cuero.

B) Naturales: O mejor conocidos como tipos Roots. Son de los que viajan a las montañas y páramos. Asociados a los deportes extremos y a carreras universitarias como Ingeniería Forestal. Usan botas de montaña.

C) Urbanos: O mejor conocidos como tipo Street. Llevan patinetas en la mano. Generalmente su look se acompaña de un tono de tizne o smok. Pantalones industriales. Usan zapatos de goma de tamaños astronómicos.

D) Otros: Grupo compuesto por Punks, Heavy Metals, Ex Ravers y todo lo demás también.


5:30 p.m.
Ahora la muchacha de la estrella en la nuca está con sus amigas. El grupo de tambores tomó nuevamente la escena. La chica estrella y sus amigas bailan en círculo mientras beben agua de un envase transparente. También comen platanitos. Ellas le dedican a algún dios arbóreo una sonrisa con ojos rojos. Un chico a su lado tiene una camisa con la M de McDonalds pero con la palabra Marihuana como franquicia impostora. El humo es el paisaje entre los cuerpos que danzan.

Mientras la fiesta rueda, las estatuas de la Fuente Venezuela del Parque Los Caobos miran el espectáculo como dioses ausentes. El Ávila, El Caribe, Los Llanos, Los Andes, El Orinoco –así se llaman las estatuas– no emiten respuesta a los tambores que suenan entre las ramas al atardecer.

Cierto, mientras el sonido sube entre los árboles, no hay respuesta.

La fuente es una fuente seca.

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