jueves, 3 de mayo de 2007

12 Caras (lado noche) de la moneda bogotana. Capital del libro.

Eston son los rostros que se dejaron ver (y retratar) por la reciente Bogotá. Entre ausencias de cámaras; censuras y fueras de foco, hay algunos que quedaron por fuera. Pero no es falta de cariño. Los quiero con el alma. Ahí van...

La amada Sara.
Es la única periodista suramericana nacida en Italia. Sus guías turísticas sobre Argentina, Chile, Venezuela y Colombia se venden por millones en Europa. Sara es hermosa. Es maravillosa y querida. Hace muchas muecas cuando habla y aprendió a bailar tambores con los negritos de Choroní en una noche de borrasca. Su español es fluido.


El querido Hector Bujanda.
Hombre de escrúpulos, amigo de sus amigos y bailarín de salsa, quien tuvo la desfortuna de compartir una mesa de diálogo con este humilde redactor. Ganó el premio Adriano González León con su novela La última vez. En alguna entrevista dijeron que él dijo que la angustia es muy productiva. Lo puse a prueba: lo emborraché con aguardiente y se fue directo al infierno. Desde ahí no ha escrito una línea.


A la derecha, el pana Efraím.
Es tan tímido que se le mide al streap tease y al break dance para leer sus poemas. Lo acompañamos a un supermercado y dos apartamentos, también a unos cuatro o cinco locales. En una de esas se lo tragó la noche. Su apología al fracaso es otra impostura, pero eso es marginal. Su literatura es excelente y es tremendo tipo: un hermano, sabe que cree que le interesan las personas, y por eso es un freak: no son muchos los que quedan para ser confiables. Él es uno de esos.


Al centro, Indira Restrepo.
Indira apareció diciendo que ella era Efraím. Luego Efraím la desmintió, dijo que él era ella. Dos de uno o dos de otro pueden ser demasiado incluso para un país como Colombia. Ella es muy linda (como se puede ver) y una fotógrafa de alto calibre. Fue de frente todas las veces que salimos: se presentó, habló, bebió, se rascó y se marchó (siempre riendo)... Tan divina.


Vasco, hijo de Mercurio.
Szinetar. Uno de estos peluches que está en todas. Del muchacho de la película pasó a ser el hombre detrás de la cámara y pasó a ser el papá de los helados. Pero anda por ahí engañando a todo el mundo, su estafa consiste en ponerse la máscara del chico nervioso de los mandados. Así nadie se escapa de posar -escritor, mujer, cualquier hecho susceptible de fama- y entrar en la historia. Vasco no bebe. Así que no hay caso.


Carla (Bruni).
No canta, pero como jode; esa jodedera es directamente proporcional a su belleza y al amor que le tengo (le tenemos, Vasco, yo y otros tres); es la mejor bailarina de tango de Venezuela y la que representa al plátanoverde en sus andanzas libreras. Nuestra musa. O algo así. En este viaje compró los libros necesarios, pero salió (y bebió) todas las noches. Todas. También fue honrada con el mayor número de fotos.


El viejo Alberto.
Patrimonio humorístico de la humanidad, es el colombiano que más chistes cuenta por minuto. Además, el mejor periodista de Colombia. Este compa está enamorado, o vive enamorado. También es tronco e pana. Su sonrisa lo delata: Barranquilla no miente. Aunque se le mide poco al alcohol, siempre aparece en las tardes para ofrecer un tinto.


Hugo Chaparro Valderrama.
Es chiquito pero berraco. Tiene uno de los mejores cuentos que se han hecho sobre el ser colombiano. Lo sentamos en una mesa de La Garulla Santafereña (las mayúsculas pueden ser un exceso) y pedimos 4 Club Colombia. O 6 Club Colombia. O 15 Club Colombia. Pero él supo mantenerse firme frente a su medio litro de agua mineral. Increíble. Todo un personaje a tener en cuenta.


Jesús Ernesto, el ego.
Puteó, leyó y bebió más que nadie. Su relación amor-odio con Colombia es difícil de describir, ni hablar de explicarla. Es el autor de la mayoría de estas fotos y plagiario confeso del joven Vasco. Asegura tener bajo la manga un lote que me compromete, en el cual aparezco echando espuma por la boca luego de una noche de derrota. No le creo. También tomó fotos a aviones vacíos. A decir de un amigo, su paso por Bogotá junto a nosotros (Carla, yo) se parecía demasiado a un episodio Sentimiento Muerto, año 1979. O por ahí. No sé si creerlo.


A la derecha, Vanessa, salsera.
Habla como cartagenera, camina como cartagenera y voltea los ojos como cartagenera. También baila como cartagenera. Estudió historia pero quiere ser periodista, dios no le da cacho a burro. Medio melancólica, medio chica jazz, medio mujer que escapa. Tuvo la gentileza de acercarse a oír nuestra aburrida ponencia sobre el periodismo y la literatura en Venezuela, solo porque le caímos bien. Fue condecorada con la distinción de miss platanita Colombia 2007, pero no por su acto gentil, sino porque bebe como cartagenera.


A la derecha, el tío Barrera.
Como si no le iba suficientemente bien con sus columnas y telenovelas, escribió un librazo de reportajes sobre el compae de Miraflores: Chavez sin uniforme. Preparó una novela que tituló La enfermedad y, como por no dejar, entró al Herralde. Se lo ganó. Pero si me ponen a escoger, de él me gustan más sus poemas. Ya saben, hay lectores raros. El tío Barrera es un hombre inteligente y muy rodado: lo conseguimos a la salida de la feria y no se dejó seducir por una promesa tan pequeña que cabía en media de Antioqueño.


La chica del café.
Bueno, la chica del café.


Bonus Track
De ser una banda de rock and roll nos llamaríamos: Nicole Kidman.










6 comentarios:

JRD dijo...

Verga. Ustedes casi parecen seres humanos.

. dijo...

Los amo
Profundamente
y
con vehemencia.

. dijo...

.. ya les dije que los amo?

Anónimo dijo...

Coño, qué envidia. Cuándo será el día que me inviten a mí para una rumba caliche como esa.

Salvador Fleján

¿Qué es esto? dijo...

Nosotros casi parecemos algo siempre, Duque. Para mí es un gusto que pases por acá de vez en cuando, nos debemos unos tercios.

K.- Compartir el amor es tan común como estar loco. Yo no podría describir lo que siento (digo siento, no sentimos) por ti.

Tigre, a ti también te podríamos amar, pero no sé si lleguemos a pagarle un boleto aéreo a alguien tan feo. Abrazos, pana.

El Leprechaun - Joseph Remesar dijo...

Vaya pandilla de personajes, parecen sacados de una novela de Garcia Marquez.La mejor: la Bruni!