domingo, 17 de agosto de 2008

Francisco Rivero: "Sin moralidad estamos perdidos".

+ + +


El profesor de filosofía y conductor del programa “Sin contemplaciones” que actualmente se transmite por Venezolana de Televisión, asegura que no puede haber democracia sin voluntad moral. Dice que nadie en el gobierno critica al gobierno y que nadie en la oposición critica a la oposición. Desde ese estado de bronca permanente, agrega, el Centro Comercial Sambil se ha convertido en el colmo de la libertad.

Por Harrys Salswach *

Se puede decir que el Occidente moderno vive una crisis de racionalidad. Hay un empeño por reducir el mundo a Sistema: Mercado o Revolución, que usted ha señalado como más afines que lejanos.

Tienen una fuente común, una raíz metafísica que nace en el siglo XVII, y serían dos versiones del racionalismo moderno: una idealista cartesiana, y otra empirista inglesa. La primera supone que el punto de partida del conocimiento son las ideas propias del espíritu humano. La segunda -la empirista- supone que el punto de partida del conocimiento es la experiencia. La raíz es hacer abstracción del mundo real, del contexto efectivo en el que se da la vida, la conciencia y la acción humana. Aislar a la mente de la realidad, abstraerla del Mundo.

Ese rompimiento es radical.

Pero ahí es donde está la raíz del pensamiento moderno. De eso se trata la Revolución entendida en términos modernos. La mente queda aislada dentro de sí misma y se erige como única fuente de verdad. Descartes dice que descubre las ideas claras dentro de sí, son innatas, y traduce el mundo de las matemáticas que es el mundo de la claridad y la lógica. El contexto cultural de la última Edad Media se derrumba; las certezas que le daban firmeza se tambalean; así, si el mundo es incertidumbre, la mente busca un punto de apoyo desde el cual cimentar un principio inamovible, el cogito ergo sum (“pienso luego existo”) cartesiano funda ese principio en el pensamiento racional, dos más dos son cuatro universalmente y por encima de todo conflicto.

¿Esas “ideas claras”, en Descartes, eran una suerte de “Revelación”?

Sí, es una revelación porque rescata el espíritu sin referente; el espíritu sin luz es infelicidad; la conciencia no puede entonces acercarse a nada en realidad; no sabe si algo es auténtico, si es cierto o incierto, no tiene puntos de apoyo. Lo que busca Descartes para evitar ese abismo que se abre ante los hombres es una certeza, una verdad que no pueda ser dudada, un punto de apoyo absoluto para el Saber, para la Conciencia; que sea el SER definitivamente alcanzado. Y sobre esa certeza re-construir el orden entero de la realidad.

¿Habrá alguna semejanza con nuestra situación?

Nosotros vivimos en una micro-situación como esa; pero sin toma de conciencia de que es una situación que tiene fondo; desconocemos la tradición de pensamiento de la que somos hijos, porque aquí se ha vivido frívolamente desde por lo menos toda mi existencia. Así que serán 40 años viviendo más o menos versiones de lo mismo: una liviandad, una insustancialidad, un modo de vivir absolutamente vacío, no digo de toda la nación; siempre hay un pequeño grupo que no vive en la vacuidad, pero no tiene eco, no tiene voz. Así que el orden político nacional se desfonda en esa inanidad, es decir ¿por qué se desfondan COPEI, AD, por qué se desfonda la democracia tradicional? Por vaciedad moral y espiritual, porque el orden político no crece como un mango.

John Stuart Mill escribe: “… el pueblo que ejerce el poder no es siempre el mismo pueblo sobre el cual es ejercido […] la voluntad del pueblo significa, prácticamente, la voluntad de la porción más numerosa o más activa del pueblo… el pueblo, por consiguiente, puede desear oprimir a una parte de sí mismo…”

Ese es el problema. No puede haber Democracia sin voluntad moral que se funde en la conciencia de un orden de bienes; unos de valor esencial, otros, de valor relativo, circunstancial. No hay voluntad moral cuando desconocemos la naturaleza de lo que está en juego; la Libertad no es nada más un “vamos a votar” cada cuatro años y sacamos a un infeliz o a un sabio, porque da igual, porque tanto el sabio como el infeliz son parte de un Sistema que erigimos como encarnación de la Libertad. Sin conciencia estamos perdidos, si relativizamos todo no hay nada normativo y esencial, nos encontramos con lo que decía antes: apatía, desidia, transitoriedad, todo está vaciado de contenido.

¿La Libertad en estos términos es una instancia meramente operativa absorbida por la lógica de los Sistemas?

Mira a los muchachos que agitan las manos pintadas y en el aire pidiendo “¡libertad, libertad!”: Es una estupidez. ¿Cuál es la substancia de la Libertad? Pues, un fin o un bien esencial. Es en razón del Bien que la Libertad alcanza sustantividad y efectividad, si no es así, es sólo Poder, es sólo posibilidad de elegir, mientras más posibilidades de elección hay, más libre eres. Resulta que el colmo de la Libertad ¡pues será el Sambil! porque ahí encuentras ochocientas tiendas de calzoncillos y mientras más haya, más libre serás.



Se escucha en los medios oficiales hablar de “Socialismo científico”: ¿Modernidad en la expresión más ostentosa?

El “socialismo científico” supone que el hombre es capaz de conocer absolutamente el orden de la realidad, que el hombre no es como dijo Pitágoras “un amante de la Verdad porque sólo Dios es Sabio”, no, ahora no, porque la Modernidad dice que el hombre es el portador del Ser, y por consiguiente el hombre es lo absoluto. La toma de conciencia de esa condición es la Libertad, la Soberanía, y esto no se alcanza accidentalmente, se sigue un proceso lógico (la Historia para los marxistas) y el hombre es el prototipo de su realización.

La crisis en Venezuela es generalizada. El lenguaje utilizado por la Voz pública señala una decadencia de orden espiritual y devela una alarmante carencia de conocimiento.

No hay aristocracia de espíritu, de pensamiento. Pero no es solamente en el chavismo. En aspectos del chavismo -diríamos- esencial, no vamos a ningún lado, ni tiene sentido, ni puede fundar, ni reconstituir en términos profundos, de justicia, de libertad, ni de humanidad, nada. Es de nuevo buscar una fórmula encarnada en un líder ante la idolatría de los súbditos. Se abdica de la capacidad de juicio y crítica, y obedeces al Poder. Nadie en el gobierno critica al gobierno, nadie en la oposición critica a la oposición. Se está en un estado de bronca permanente. La idea de que todo el problema es Chávez exime a la oposición de pensar, y sin pensamiento no hay reflexión, y sin reflexión no hay juicio, de nuevo abdicamos de nuestra condición crítica, nos deshumanizamos.

Un programa como “Sin contemplaciones” no habría salido al aire por ningún canal privado. Aunque muchos creen que no durará por Venezolana de Televisión mucho tiempo.

No se trata de hacer una prédica política, ni una apología de los dos bloques enfrentados. Lo patético de la oposición es que ellos sí sienten que son el Oráculo de Delfos y que son portadores de la antorcha de la libertad y de la civilización, pero precisamente ellos engendraron a Chávez. Grabo cada programa como si fuese el último.

“Sin contemplaciones” busca despertar la reflexión sobre temas fundacionales de la Cultura Occidental, principalmente de la Modernidad. El tono de su alocución va in crescendo, agita al espectador.

Bueno, esa es la intención: sacudir al oyente hasta la reflexión. Estamos perdidos si no somos capaces de reconocer, evaluar, juzgar el drama de eso que llamamos Modernidad, que termina identificando Libertad y Poder.

Términos con los cuales dimos inicio a esta conversación.

Mira, como la realidad no es Sistema, tienes que crear un mundo adaptado a dicho Sistema. Tomamos dos acciones: creamos un muro para no contaminarnos (el Muro de Berlín), o nos aislamos como Cuba, “¡la fortaleza de la libertad!” en nombre de la dignidad, de la justicia, del hombre nuevo y de la Revolución. Se llega a la locura en nombre de un hombre solidario y justo. Camus se pregunta ¡¿cómo se llegó a esto en nombre de la Libertad?¡

Parte de la población no quiere ver una realidad cruda que es la desolación en la que viven tres cuartas partes del país, y esta ve en su situación de miseria una prerrogativa a su favor.

Se ha asumido el proyecto moderno como la última escala en el pensamiento del hombre, entonces, cualquier intento por materializarlo irá directo al fracaso. Es descabellado imponer tanto una Revolución como un Mercado que promete al hombre un Paraíso recobrado. La Verdad no se puede imponer, el Bien no se puede imponer, tiene que ver con un constante hálito de espíritu; la imposición es la negación de la Verdad; mata la Libertad, anula al Espíritu.


* Texto publicado en la edición número 4 de la escurridiza Plaza Mayor, una revista gratuita que se distribuye azarosamente en algunas calles de Caracas. Las fotos originales de esa pauta son de Andrés Manner, pero no las tengo a mano. Estas dos las bajé desde Google. La primera es de Orlando Alviárez y la segunda es de un tal Roberto (supongo que Hernández Montoya, a juzgar por el "Fundación Celarg" que tan estratégicamente se lee detrás).


No hay comentarios: