martes, 17 de junio de 2008

Lugares comunes

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I. Sobre la vida

Últimamente tuve mayor contacto con la muerte y encontré emociones amargas, para qué negarlo. También con la vida que llega. Por eso sigo pensando, cada vez más, en cómo asumir mi relación con el tiempo. 

Sé que hay hechos, como le escribí a T, que generalmente no se merecen. Ocurren y escapan a la razón. Y que el afecto es otra cosa. Hace tres días nació P y apenas ayer supe el sexo del bebé que esperamos mi esposa y yo.

P es el hijo de T y su esposa. Los padres de T murieron, ambos, hace mes y medio en un trágico accidente de tránsito. El bebé que esperamos mi esposa y yo es una niña. Mi esposa y yo perdimos un bebé hace siete meses y hace menos de un mes murió mi madre. Creo que, hablando de la vida y la muerte, tenía razón Susana Rotker cuando escribía que se pierden la tranquilidad y la fe, pero no todas las formas de la felicidad.


II. Sobre la muerte

Supe por un comentario trivial que asesinaron a un periodista. Resulta que el periodista fue un compañero cercano de trabajo hace algunos años. Se llamaba Javier García y era buena persona. La manera como lo mataron, según leo en Internet, me produce rabia y ganas de vomitar. Destacan las mismas informaciones que se trató de un robo o de un móvil pasional, como si tuviera tanta importancia. Sea cual sea la retaliación o la venganza, no dejo de pensar en Javier y en el espanto que producen –también– veinte cuchilladas de odio. La violencia tiene rasgos inaceptables; es una putada, en el peor sentido de la frase. Como le escribí a T: hay hechos que generalmente no se merecen, ocurren y escapan a la razón. El afecto es otra cosa y por Javier, lo sé, había mucha gente cercana que lo sentía.


III. Sobre el afecto

Viniste con tus ojos sinceros y un hogar, por eso digo que no había otra cosa que amarte y fue lo que hice. Tu olor cuando duermes sigue siendo el más agradable de mis recuerdos cercanos. Aún así veo que el tiempo es lento y que nosotros nos juntamos en otro orden, que vamos a una velocidad que quiere tomarnos desprevenidos. Aquella ciudad pobre con su hotel de lujo y su piscina sin gentes es testigo de esa velocidad luz, de esa hora sin nombre, de esa mancha invisible. Creo que hubo un lapso estático y difuso, como el brillo del relámpago cuando cierras los ojos. Creo que algún tonto niño héroe con un pésimo disfraz olvidó usar sus poderes y nos congeló sin darse cuenta. Creo que borró un pedazo de nuestra memoria y nos dejó medio año de caprichos para ver si éramos capaces de calmarnos y seguir. Se convenció: no cambiamos, no íbamos a cambiar. Somos una casa con música y ahora esperamos que llegue esa frase genial de la canción. 

La canción se llama Carlota y tiene cuatro meses y medio nadando en tu vientre.


IV. Sobre la vida, la muerte y el afecto

a) Entiendo que debo ser paciente y que así voy a asumir mi fulana relación con el tiempo. 
b) Creo que la muerte es mejor que la mala vida y que la muerte violenta no es mejor que nada. El peligro y la gente estúpida son irremediables.
c) La felicidad es un territorio incierto y un territorio incierto puede ser una estrella, su cabello mojado cuando sale de la ducha o las medidas del fémur de Carlota.
d) Lo anterior es una suposición, pero digo eso porque me interesan las historias mínimas y de un tiempo a esta parte la idea de la familia. De allí parten las películas que más me gustan.
e) El miedo que nos habita tiene cara de pregunta: ¿lo estaremos haciendo bien?
f) La sonrisa –segura– de T y su esposa al dar a luz, me lo confirman. Sí. O al menos eso espero.
g) Eso también es parte de lo que supongo: un territorio incierto, como el último suspiro, puede durar cinco segundos.

Veo a V con sus hijas. Veo a G con su hija. Veo a M y a M.A. con la suya. Veo a A y a N con la suya. Veo a G y a C con la suya. Veo las fotos del hijo recién nacido de R y A y pienso que hay muchas niñas, como si fuera una moda. También veo a B con B, su hijo. Recuerdo a A, alias T, el hijo de G, y me alegro. Recuerdo a mi madre y me alegro. Pienso en Carlota y me alegro. Pienso en mis amigos y me alegro. Pienso en mi esposa y me alegro. Pienso en su olor cuando duerme y me excito y después me río y me duermo. Pienso en la clase de padres que vamos a ser y me tranquilizo. Pienso en lo irracional que debe ser el amor y me esperanzo. Ese es el opuesto a las emociones amargas.

3 comentarios:

Victor Marin Viloria dijo...

Excelente reflexión Leo.

Permíteme elogiarte la siguiente frase: "La canción se llama Carlota y tiene cuatro meses y medio nadando en tu vientre" Una belleza.

Felicidades por Carlota man!

Sigue pendiente lo de la visita a tu casa para buscar el libro, pero el tiempo o el destino, qué sé yo, se ha encargado de burlarse cuando me propongo hacerlo. Memo Arriaga como que tenía razón cuando decía que si uno quería ver sonriendo a Dios, era sólo cuestión de contarle nuestros planes.

un gran abrazo

Anónimo dijo...

Soy T el papa de P, que tambien es hijo de G. Quiero informarte que has sido nombrado padrino oficial de P (por lo menos de agua) pero para lograr este objetivo debes venir a POZ, con tu esposa V y tu hija C, lo mas pronto posible.

P.D:Gracias por lo escrito ahora y siempre. Gracias por estar en lo momentos precisos y perdoname por yo no estar en los mismos. TE QUIERO MUCHO HERMANO.

Td.

_eL mismo que viste y calza... dijo...

Verrrga leíto...
Me voy con el "Guaparo Aguao".
Que talento el suyo para darle vida a esas teclas.
Felicitaciones por la alegría de tener en esa finca a V y a C.
Te mando kgs de abrazos y buena vibra desde el almibar del amor.

_tEo...